Sobre cómo seguir creando en los tiempos convulsos

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Sobre cómo seguir creando en los tiempos convulsos

Me gusta crear. Es inherente a mi naturaleza. Creo que mi misión en la vida es animar y enseñar a personas que pueden ser creativas, que todos tenemos ese don.

¿Si se me da bien ser creativa? Depende. Hubo períodos en mi vida en los que no podía parar de dibujar, escribir o componer música. Salía de manera natural, sin esfuerzo. Quizás fuera en momentos buenos de mi vida, cuando me sentía rodeada de gente a la que quería o cuando me acababa de enamorar. Nacía un proyecto y yo, desde mi poca experiencia vital, estaba convencida de que todo, siempre, me saldría bien.

Sin embargo, a lo largo de los días, varían la intensidad de nuestro entusiasmo y nuestra fuerza. Además, hay situaciones donde sin remedio nuestra energía se dirige a otra parte: a un trabajo exigente, a una relación complicada, a una crisis vital, a la supervivencia.

¿Hay que parar de crear en los momentos así? Tentador. Cuando me ocurre, recuerdo la diferencia entre el enamoramiento y el amor.

El primero se hace solo. Nada es un problema, todo nos gusta en el otro, todo nos entusiasma. No dormimos de noche y a pesar de esto rebosamos energía. Amar parece fácil, parece solo depender de estar con la persona adecuada.

Y cuando esta fase acaba —a veces, habiendo volado muy alto, el encuentro con la realidad nos provoca una caída algo violenta— empezamos a ver al otro tal como es, con sus más y sus menos, sobre todo con sus menos. Entonces el amor deja de ser un estado pasivo y se convierte en una acción. Algo que requiere un extra de energía por nuestra parte. Aceptar, perdonar, amoldarnos. Encontrar un punto medio. Preservar la identidad propia pero no descuidar el vínculo. Discutir y reconciliarse sin amargura. A menudo es más fácil marchar, pero nos quedamos. Porque el amor en esta fase es un compromiso. Un compromiso en libertad que no se hace solo.

Con la creación en mi vida pasa algo parecido. A veces me lleva la bendita ola de inspiración y las cosas simplemente ocurren. A veces tengo que rascar un poco más bajo la superficie para que salgan. A veces el proceso se parece a picar piedras. Por supuesto que los días fáciles son más agradables. Pero a veces los difíciles son más satisfactorios. Y ninguna de estas fases es mejor o peor, valoro todo el proceso. Porque mi creatividad y yo tenemos un compromiso.

¿Qué hago cuando viene un momento complicado, para respetar mi necesidad de descanso pero a la vez asegurar la continuidad de trabajo creativo? Algo muy poco romántico, muy poco glamuroso: construyo un compromiso con una estructura ya existente, o con otras personas. Por ejemplo:

 

  • Me apunto a un curso de escritura donde, llueva o truene, tendré que entregar un texto una semana sí y otra también. De paso, es una perfecta terapia para el perfeccionismo: una empieza a darse cuenta que es mejor entregar un texto medianamente bien hecho que no entregar nada, y un trabajo siempre se puede reescribir, mejorar, seguir desarrollando. Para los escritores a todos los niveles, la Escuela de Escritores es un buen lugar.
  • Participo en un grupo de apoyo. Ahora, por ejemplo, formo parte de un grupo estructurado según el esquema de Extraordinaria con cinco maravillosas creadoras que, mensualmente, nos reunimos para compartir nuestra trayectoria, nos apoyamos en la realización de nuestros proyectos y nos ayudamos a crecer como personas y como profesionales.
  • Me apunto a desafíos creativos. Hay proyectos de libre acceso como Paris Collage Collective, donde la propuesta es una entrega semanal de un collage creado a partir de una fotografía propuesta desde el proyecto. Es muy inspirador mirar decenas o quizás centenares de fotos de composiciones hechas a partir de la misma imagen por collagistas de todo el mundo. Los hay muy profesionales y principiantes, pero no importa: es un juego libre de juicios, de competiciones y de estrés. Me hace sentir muy acompañada y he podido conocer trabajos de collagistas realmente interesantes. Como últimamente tiendo a procrastinar, me pongo a hacer mi collage semanal en el último momento, por la noche del domingo. Ya se está convirtiendo en mi pequeño ritual personal.

 

Mira:

(A la izquierda: originales de Paris Collage Collective. A la derecha: collages hagaArte)

 

 

 

 

 

 

También las sesiones de arteterapia son otra manera muy eficaz de conectar con la propia creatividad y desarrollar con ella una «relación estable». ¿Quieres probar? Más información aquí.

 

 

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